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Reseña de Locke & Key

  • mantillonv
  • Feb 16, 2015
  • 3 min read

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Póngase en la posición de un arquitecto e imagine las dificultades de diseñar una casa. Añadir unos cuantos centímetros de altura a la habitación principal, o hacer que los closets tengan más profundidad… Estas decisiones, por más infinitésimas que parezcan, reverberan en el producto final, y la casa en construcción se ve afectada ya sea para bien o para mal. Así, el arquitecto debe siempre mantener una imagen final de aquello que diseña, y no puede permitirse el perderse en los detalles.

El trabajo del cuentista es similar al del arquitecto en este aspecto: se debe llevar a cabo el diseño con el producto final ya en mente, estando siempre dos o tres pasos más delante que la labor en mano. Entre más grande y compleja se convierte la historia, más difícil es manejarla y guiarla de manera unilateral, y el lector se da cuenta de ello. Esto sucede, en su mayoría, en cuentos cuyo formato es serializado, como lo pueden ser las series de televisión y los comics. El buen cuentista sabe dónde trazar los límites del relato, y no se deja llevar por el mismo.

La historia de Locke & Key se puede considerar como una carta de amor al género literario fundado por H. P. Lovecraft y sus allegados, autor mejor conocido como el padre del terror moderno. Referencias sutiles a su obra permean las hojas del comic, desde la sombría ciudad de Lovecraft, Massachusetts, a los demonios que sirven como antagonistas, que vienen de una dimensión conocida como las planicies de Leng.

Por sí sola, la trama no es exactamente el material más original que uno pueda encontrar. En una antigua mansión llamada Keyhouse, existen un sinfín de llaves que abren puertas a un sinfín de posibilidades diferentes, vaya la redundancia. Por ejemplo, una llave puede llevar a quien la use a cualquier lugar del mundo, mientras otra separa al cuerpo del alma. Como suele suceder, el antagonista busca una llave en específico, y atormentara a la familia Locke (los protagonistas) y a sus vínculos afectivos hasta conseguir lo que busca.

Pero lo que hace que Locke & Key verdaderamente brille es el ritmo en el cual se desenvuelve. Enfocándose más en una familia agraviada y sus lazos disfuncionales y pasando el elemento fantástico a un segundo plano, pero un segundo plano que dicta intrínsecamente el proceso de luto de los Locke, los creadores Joe Hill (que demuestra su pedigrí literario como hijo del maestro Stephen King) y Gabriel Rodríguez lucen sus habilidades en su máximo esplendor.

La palabra que mejor describe la historia es sutileza; no sutileza visual vaya, porque la historia puede llegar a ser violenta y gráfica, sino una sutileza estructural. Las llaves mágicas son introducidas en el momento exacto. Sus funciones y orígenes son descubiertas demasiado tarde por los hermanos Locke, evitando los deus ex machina que pudieron haber plagado la trama. Y las muertes que parecen requisito de una historia tan trágica como esta son las necesarias y no más. Una excelente historia que recomendaría inclusive a aquellos que no sean apegados al medio o al género, porque a fin de cuentas es una historia que toca temas universales de familia, y de los rincones a los que uno iría por quienes la conforman.

 
 
 

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